La implicación masculina en la justicia de género: un reto abordado desde Plural, Centro de Masculinidades
Uno de los desafíos primordiales a trabajar desde Plural, centro de masculinidades, es cómo involucrar a la población masculina en la justicia de género. ¿Qué papel tenemos los hombres en el feminismo? ¿Cómo nos posicionamos y habitamos en el mundo? ¿Qué puedo hacer yo para revertir las desigualdades de género?
Estas y muchas otras preguntas eran las que yo, Isaac, como hombre y técnico de Plural, me hacía cuando decidí dinamizar el primer Grupo de Hombres junto con mi compañero Martín.
Las inquietudes no solo venían de mi parte. Según las opiniones expresadas en un grupo focal posterior a la experiencia, algunos de los participantes opinaban que «querían tener un espacio donde poner en práctica el feminismo de una manera más vivencial». En palabras textuales: «no teníamos círculos donde poder hablar de esto».
Y así lo hicimos. En un primer momento, cuando planteábamos las sesiones, me venían a la mente muchas ideas. Todas de carácter experiencial, porque de eso trataba el grupo. Era necesario romper con la idea de una charla o una formación, me planteaba que hacer valer las experiencias de cada hombre sería mucho más provechoso.
Mi siguiente pregunta fue: «Si yo también soy un hombre, vivo y me he socializado como hombre, ¿quién soy yo para ponerme por delante de cualquier otra experiencia?»
Aquí nació la idea de no solo ser dinamizadores, sino participantes. Pero para serlo era necesario dotar al grupo de cierta horizontalidad respecto a los roles. No llevaremos lo que queremos.
Lo consultaremos, lo decidiremos, lo plantearemos y así daremos el espacio que merecen las opiniones y vivencias de todos los hombres participantes.
«A Martín y a Isaac los hemos sentido como miembros del grupo, tenían mucha sensibilidad. Nos han mostrado sus vivencias voluntariamente, se han sentido cómodos al hacerlo y les hemos agradecido mucho el papel que han tenido. No se quedaron en el papel de expertos y han aportado mucho».
Recuerdo perfectamente la primera sesión. Se palpaba mucha expectación, ciertos miedos y bastante incertidumbre. Éramos un grupo muy diverso e intergeneracional. La valoración por parte de los participantes sobre esta diversidad es bastante positiva. Expresaban que creen que la clave de haber funcionado bastante bien era precisamente esta: «somos heterogéneos, de diferentes edades y diferentes pensamientos».
Después de una ronda de presentaciones iniciales, lo primero que quisimos hacer fue «poner los pies en la tierra». Salir del plano racional al que estamos acostumbrados los hombres.
A través de recomendaciones de una compañera del equipo técnico, planteé al grupo una meditación. Un momento para detenerse, tomar conciencia, respirar, dejar atrás lo que traemos de casa y simplemente sentir. Sentirse.
El ejercicio terminaba con la pregunta: «¿Qué me lleva a estar aquí?» «¿Por qué formo parte de un grupo de hombres?»
La pregunta fue como abrir una puerta. La puerta de entrada para comenzar a crear un vínculo desde la máxima horizontalidad posible. Se invitó a expresar la respuesta en el grupo y a medida que se iban expresando, empezabas a ver el potencial de un grupo de iguales: cómo entre nosotros nos sentíamos reflejados con la vivencia del otro, cómo tal vez era todo lo contrario… pero cómo era de casualidad que todos habíamos llegado allí.
Creamos nuestro mural. El mural de las preguntas sin respuesta. Un mural que estuvo activo siempre para inspirarnos, para tomar aire, para ser conscientes del proceso. El mural contenía preguntas. Preguntas que nos hacíamos, que le hacíamos al grupo o a la vida. El grupo agradeció mucho esta propuesta: «me pareció muy útil, cuando estábamos en blanco hablábamos de los temas del mural, si no nos íbamos«.
Después de las 8 sesiones, ahora, me siento frente al mural y tengo más herramientas para reflexionar sobre todas las preguntas que nos hacemos los hombres. Las herramientas me las han dado cada uno de los miembros del grupo. Con sus vivencias he podido remover heridas, cerrar asuntos, darle un giro a temas de los cuales creía que tenía una opinión formada, ponerme en su piel para entender la multiplicidad de perspectivas.
De repente me sentía un poco uno de ellos, de repente era todo lo contrario, de repente compartía una duda que tenía una respuesta por parte de alguien a la cual yo nunca le hubiera dado ese sentido, de repente me expresaba y eso me hacía sentir más humano.
Los participantes también comparten puntos de vista sobre mi sensación: «hemos conseguido un espacio muy bonito, cómodo e íntimo».
Personalmente, una vez terminado el proceso, me siento un poco más cercano y reconciliado con la idea de lo que significa ser un hombre. Me siento un hombre mucho más «Plural» porque llevo conmigo las perspectivas y vivencias de todos ellos.
En las opiniones recogidas en el grupo focal también se expresaron ciertos cambios por parte de los hombres en cuanto a la implicación de estas temáticas en sus vidas: «ahora me genera incomodidad cosas sutiles que antes no veía», «los cambios que he notado es que me relaciono con otros hombres con más tranquilidad».
De primera mano puedo decir que, al igual que mis compañeros, además de empezar a darle más sentido a la palabra «hombre», le he dado mucho más sentido a mi día a día y a mi trabajo como técnico en un servicio de este tipo.
Me llevo del proceso otras miradas, nuevas herramientas y perspectivas para seguir persiguiendo uno de nuestros objetivos primordiales: la implicación masculina en la justicia de género.
Isaac Navarro, técnico en promoción de la igualdad de género y trabajador social.
El Plural, centro de masculinidades, es un equipamiento del Ayuntamiento de Barcelona, gestionado por la Fundación IRES, dirigido a la población masculina que desea hacer cambios hacia modelos relacionales más abiertos, respetuosos y saludables. Un espacio cercano pensado para acompañar en aquellos dudas que aparecen en los diferentes momentos de la vida.
El Grupo de Hombres se enmarca dentro de las actividades del programa de prevención y sensibilización del centro Plural, que está formado por tres integrantes: Daniel Tejedor (psicólogo), Martin Frasso (antropólogo) e Isaac Navarro (Trabajador Social).
Esta acción tenía como objetivo trabajar de manera vivencial diferentes aspectos significativos de la experiencia de ser hombre, creando un espacio íntimo y libre de juicio para reflexionar y poner en práctica ideas que contribuyan a la equidad de género.
Si tienes interés en participar en las actividades, acciones y servicios que ofrece el Plural, puedes hacerlo a través de la página web masculinitats.decidim.barcelona o mediante el correo plural@bcn.cat.