Decían que la COVID afectaba a todo el mundo por igual, pero parece que el virus haya venido a evidenciar las costuras de un sistema que se sustenta con la desigualdad y la precarización de la existencia. Los indicadores ya hacen prever que la crisis sanitaria irá seguida de una grave crisis económica y social que nos afecta a todos y todas, pero no a todos y todas por igual.
A las personas que transitan situaciones de vulnerabilidad se les añaden dificultades extraordinarias y, en especial, a las personas migradas. Muchas, con contrataciones temporales; otras, han entrado en un ERTE que ha añadido más incertidumbre en sus vidas. No obstante, las consecuencias son especialmente graves para las personas extranjeras que se encuentran sin autorización administrativa, puesto que se encuentran fuera del alcance de las prestaciones extraordinarias aprobadas por el Gobierno del Estado español con motivo de la crisis sanitaria.
Las personas migradas en general, y las que se encuentran en una situación de irregularidad administrativa en particular, no pueden ejercer los derechos y deberes que tienen el resto de la ciudadanía. Este reconocimiento es tan necesario como urgente, si queremos salir de esta crisis sin dejar atrás la igualdad y la justicia social. Todas las personas que viven en Cataluña y/o tengan edad de trabajar, deben tener acceso en las autorizaciones pertinentes para vivir con dignidad e igualdad con el resto de conciudadanos/as.
Esta regularización no solo se trata de un gesto humanitario, un deber ante la construcción de una sociedad más justa en este nuevo capítulo que empieza tras la pandemia, sino que supone un impulso de la actividad económica -contraria a la lógica falaz de la competencia por los recursos y la tensión social-. Tenemos que dejar trabajar y pagar impuestos a todo el mundo que tenga la capacidad de hacerlo, eliminando barreras jurídicas y administrativas. Todos y todas tenemos claro que queremos salir de la crisis, pero es imperativo hacerlo con solidaridad, reconocimiento mutuo y la empatía de no dejar a nadie atrás, sobre todo si queremos construir una realidad social mejor de la que hemos conocido hasta ahora.
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