9 de noviembre: Día Mundial de la Adopción, una fecha para escuchar las voces de quienes han sido adoptados
Un año más, en el Día Mundial de la Adopción, queremos poner en valor la importancia de seguir revisando los procesos que viven todas las personas adoptadas y los mitos y prejuicios que aún hoy día existen socialmente.
Detrás de cada adopción hay una realidad que necesita ser escuchada con respeto y empatía, más allá del relato de las familias que adoptan o de los profesionales que trabajan en ello. En esta línea este año queremos dar voz a los y las protagonistas, compartiendo los testimonios de adolescentes y jóvenes que hace un tiempo pasaron por nuestro Servicio y que han querido compartir con nosotros sus opiniones y sentimientos.
Ante la pregunta de lo que ha significado para ellos y ellas el hecho de ser adoptados, nos trasladan que «para mí ser adoptado es como una aventura», «es duro, pero a la vez te hace tener más madurez. Es duro no tener conocimiento de dónde vengo, no tener recuerdos o no saber al 100 % la verdad».
Un pasado que no ayudó a crecer con confianza y que necesitó un tiempo para llegar a sentir que «porque otras personas no te hubieran aceptado no significa que no valgas, nada de lo que ha pasado ha sido culpa tuya, ni nada de lo que te pase después». Una trayectoria personal de superación que lleva a mirar hacia adelante, «a seguir adelante, para convertirte en la persona que quieres llegar a ser, nadie te dejará de lado, tu familia te ayudará y tus amigos no te juzgarán».
La adopción muy a menudo viene acompañada por el interés de conocer la historia de la familia de origen. Conocer las razones que motivaron la adopción es un sentimiento compartido por la mayoría de los y las adoptados/as. Ante este interés, algunos de los jóvenes participantes reconocen que pasan por diferentes momentos; «ahora estoy bastante bien, pero es verdad que antes le daba mucha importancia». Para cada persona hay distintos tiempos para hacer ese trabajo, de encontrar respuestas.
A veces cuatro frases bastan para dar sentido y tranquilidad a esta búsqueda: «conozco cómo se llamaban mis padres y que a mi hermana no podían cuidarla bien y después nací yo y vieron que tampoco podían cuidarme. Yo les diría a otras personas adoptadas que no tengan prisa por conocer», «porque llegará el momento adecuado y podrán conocer sus orígenes». Algunos tienen recuerdos de una infancia marcada por la estancia en un centro, «donde hablaba en otra lengua y hacíamos salidas divertidas». Otros, en cambio, pueden afirmar que «no me interesa mucho saber qué pasó ni cómo era mi vida antes, porque creo que empecé una nueva vida y saber no cambiará nada». Totalmente respetable también.
Cuando les preguntan a estos jóvenes y adolescentes qué le dirían a un niño que va a ser adoptado, hablan de la adopción como un «proceso muy duro y a veces traumático. Puede ser una mierda o lo mejor que te ha pasado en la vida… no os mentiré diciendo que todo es color de rosa… mirad el futuro, sin borrar el pasado, porque es lo que os ayudará a crecer y a seguir adelante. Estoy segura de que pronto encontraréis una familia que os querrá y estaréis contentos… sed amables con la vida, aunque las cosas no hayan ido como nos gustaría». También nos orientan en el trabajo que queda por hacer como sociedad: «lo que podría ayudar a los niños es que en la escuela se normalice la adopción y las diferentes variedades de familias».
Desde el Servicio de Adopciones queremos agradecerles sus palabras y su valentía, porque cada testimonio nos abre una puerta a la comprensión y a mirar la adopción con más humanidad y menos juicio. Sus reflexiones hablan de la adopción, pero también de resiliencia, de amor en sus múltiples formas, de historias que se entrelazan, de encuentros que sanan y de búsquedas que nunca acaban del todo. Pero, sobre todo, de la belleza de ser uno mismo, con todo lo que ello implica. Muchas gracias por vuestra sinceridad.
Nosotros como profesionales seguiremos trabajando para que todos los niños y jóvenes adoptados se sientan acompañados y reconocidos en sus procesos vitales. Somos cada vez más conscientes de que la adopción es un proceso abierto a lo largo de toda la vida y de que hay muchas formas diferentes de vivir el hecho adoptivo. Es necesario respetar el momento vital y la vivencia que cada persona pueda tener de su propia historia.
Es necesario fomentar una cultura que reconozca la diversidad de experiencias adoptivas, que valore la identidad de las personas adoptadas, que abra espacios de diálogo y valide la diversidad de relatos para garantizar que cada persona adoptada pueda explorar su identidad sin miedo.
Si piensas que como familia podrías ofrecer tu hogar a un niño con necesidades especiales que todavía sigue esperando, contacta con nosotros a través de #busquemfamíliesespecials.