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GUÍA: Quiero acoger, ¿y ahora qué?

La línea del tiempo en el acogimiento familiar
Fundació IRES
02 septiembre de 2025

A nivel social, existe un desconocimiento sobre qué es y cómo funciona el acogimiento familiar. Por este motivo, desde el Servicio de Acogimientos Familiares de la Fundación IRES, queremos compartir la importancia de conocer el proceso que hay detrás de un acogimiento.

Saber qué va a pasar tranquiliza y da claridad ante posibles inquietudes. Tener un esquema temporal de cómo funciona el acogimiento puede facilitar y ayudar a resolver dudas que seguramente algunas familias o profesionales se hayan planteado al pensar en el acogimiento como una opción familiar. Por eso, a continuación compartimos de manera cronológica y resumida las 10 fases del acogimiento.

Las etapas del acogimiento familiar

  1. La semilla del acogimiento: se refiere a los distintos estímulos o motivaciones que llevan a plantearse ser familia acogedora. Esto puede surgir, por ejemplo, al leer una noticia sobre acogimiento, hablar con una familia conocida que ya acoge, una experiencia personal, el deseo de formar una familia, optar por un modelo familiar alternativo, una inquietud social, entre otros. Estos argumentos hacen que la propuesta se vaya construyendo y consolidando poco a poco.
  2. La decisión: tal como indica la Asociación de Familias Acogedoras de Barcelona (AFABAR), es muy importante informarse bien antes de comenzar el proceso sobre qué es el acogimiento, qué modalidades existen, qué trámites hay que hacer y qué responsabilidades implica. Esta decisión afecta a todos los miembros de la familia y requiere responsabilidad, participación y esfuerzo por parte de cada uno. Por eso, en la decisión de acoger debe haber un deseo y una ilusión compartidos. Debe ir precedida por el diálogo y el convencimiento de todos los integrantes de la familia. Es importante tomarse todo el tiempo necesario en este proceso de reflexión y consenso familiar.

    Repensar la decisión: Dentro del circuito existe la posibilidad de volver a pensar la decisión, valorar aspectos desconocidos, recoger dudas o inquietudes que puedan surgir. Es importante destacar que existe la posibilidad de echarse atrás en la decisión, y que es mucho mejor hacerlo antes de que el proceso avance más. Esta opción se valora como un proceso natural y es agradecida por ambas partes.
  3. Los trámites: Si una familia quiere acoger, el primer paso es dirigirse directamente a una ICIF (Institución Colaboradora de Integración Familiar) o al ICAA (Instituto Catalán de Acogimientos y Adopciones). Una vez la persona interesada ha asistido a la sesión informativa y quiere continuar con el proceso, se rellena una solicitud y se adjuntan los documentos necesarios. Una vez el ICAA recibe la solicitud y verifica la documentación, deriva a la familia a una ICIF de referencia —normalmente la misma con la que hicieron la sesión informativa.
  4. Formación: Las familias interesadas en acoger a un niño o niña deben pasar por un proceso de formación. Se trata de sesiones grupales en las que se abordan temas como el sistema de protección a la infancia, las necesidades emocionales y familiares de estos niños, las causas que pueden derivar en la separación temporal del menor de su familia de origen, cómo se mantiene la relación con ella si es el caso, entre otros. En el caso de la Fundación IRES, el equipo técnico prioriza que primero sea la formación antes del estudio, para que las personas puedan conocer en profundidad el acogimiento, la situación de los menores, sus necesidades, etc. Es otra instancia donde se puede volver a “repensar” la decisión, ahora con más información.
  5. Proceso de estudio sobre el ofrecimiento de las familias: Después del curso de formación, se inicia el estudio psicosocial. La palabra “estudio” puede causar inquietud sobre si uno es “buena madre, buen padre”, o si es “válido” o no. Este estudio no es un juicio ni un diagnóstico, sino una evaluación de factores que permiten valorar si la persona o familia está preparada para un acogimiento en ese momento. Se consideran factores como: motivación, estabilidad personal y vital, aceptación y respeto por la historia del menor y su relación con la familia de origen (si existe), consenso familiar, etc. El estudio finaliza con una entrevista de devolución donde se comunica si la solicitud ha sido aceptada o no.
  6. Encaje entre una familia y un niño o niña: En la fase de asignación del menor, se analiza y estudia la situación y características de un niño o niña, concretos para valorar si existe compatibilidad con la familia propuesta. Cuando el equipo técnico hace una propuesta, cita a la familia para informarle de los aspectos relevantes del caso. Es un momento de mucha ilusión y emociones, por lo que se recomienda valorar la propuesta en un espacio tranquilo, reflexionar con calma y responder en un par de días. Aceptar la propuesta implica un compromiso de acoger al menor el tiempo que sea necesario, con acompañamiento y seguimiento.
  7. Proceso de acoplamiento: Antes de iniciar formalmente el acogimiento, hay una etapa de acoplamiento. Se prepara tanto al niño como a la familia acogedora. Es un momento de nervios, ilusión y expectativas. En esta etapa, se inicia progresivamente la relación entre la familia y el menor. Poco a poco, se van conociendo, y se incorporan nuevas experiencias compartidas. Es un gran cambio para el menor, por lo que requiere mucho cuidado, respeto por sus tiempos y un acompañamiento sensible, para que no lo viva como una ruptura.
  8. Formalización del acogimiento familiar: El acogimiento se formaliza mediante un documento administrativo que establece:
    – El tipo de acogimiento
    – Los derechos y deberes de la familia acogedora
    – Los acuerdos respecto a las visitas con la familia de origen, si corresponde.

    La familia acogedora da su conformidad a tener la guarda del menor. Así, se extingue la guarda anterior y la asume la familia acogedora. La tutela legal del menor sigue siendo de la DGAIA (Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia).
  9. Seguimiento del acogimiento: Durante el tiempo que dure el acogimiento, se realiza un seguimiento continuo. Tanto el menor como la familia reciben el apoyo que necesiten por parte del equipo profesional. El equipo técnico está disponible y accesible durante todo el proceso, basando su trabajo en la colaboración y la confianza con la familia acogedora. Este seguimiento incluye entrevistas, visitas domiciliarias, encuentros con el niño/a, coordinación con profesionales, etc.
  10. Visitas del niño o niña con la familia biológica: La doble filiación se refiere a que el menor vive con la familia acogedora, pero mantiene la relación con su familia de origen. Siempre que sea posible y beneficioso para el niño o niña, esta relación se mantiene. Estas visitas con los padres u otros familiares autorizados son supervisadas cuando se recomienda, y se realizan en espacios especializados. La periodicidad y características varían en cada caso. El equipo de Atención a la Infancia y Adolescencia (EAIA) correspondiente determina quién realizará las visitas y con qué frecuencia.
  11. Finalización del acogimiento: El acogimiento como medida de protección finaliza cuando:
    – El menor puede volver con su familia de origen, si las condiciones han mejorado
    – Cuando alcanza la mayoría de edad (y la familia y el joven deciden si seguir conviviendo)
    – Si se produce una ruptura del acogimiento por diferentes motivos
    – Si se toma otra medida de protección.

    El final de un acogimiento es siempre un momento delicado y difícil. Aunque no tiene por qué terminar la relación creada, sí marca un punto y seguido muy importante.

    Esta finalización puede traer muchas emociones ambivalentes para ambas partes, debido a los fuertes vínculos que se han generado y las incertidumbres del futuro. Aunque para la familia es duro, para el menor lo es aún más, ya que debe adaptarse de nuevo a una nueva situación.

Durante todo el proceso, la prioridad siempre es el bienestar superior del niño o niña. Por ello, es vital no perder de vista que en el acogimiento se busca que la familia esté presente todo el tiempo que el menor lo necesite. En definitiva, se trata de que la familia esté para el menor, y no el menor para la familia.

El acogimiento familiar es un camino que comienza con la voluntad de ayudar y cuidar. Desde el primer paso hasta el último, cada fase del acogimiento es un aprendizaje, un reto y una experiencia transformadora tanto para el menor como para la familia. Este proceso requiere compromiso, acompañamiento y evaluación constante para garantizar su objetivo principal: ofrecer un entorno seguro, protector y afectivo donde el niño o niña pueda desarrollarse plenamente.